Opinión del editor 06/02/2019

Si alguno de los califas Omeyas de Bagdad hubiera, o hubiese, podido ver a un Pontífice Romano, infiel de toda infidelidad, escoltado a caballo en plena Arabia por jinetes árabes para poder visitar a casi cien mil infieles como él que viven en plena Arabia y trabajan en ella al servicio de emires árabes y de señores árabes, hubiera sido ingresado de inmediato en la unidad de cuidados intensivos del hospital más próximo con un ictus cerebral irreversible.

Filipinos e indios constituyen la base humana de esos cien mil católicos que como inmigrantes llegaron a los Emiratos Árabes Unidos que ahora visita el Papa. Junto con sus otros compañeros inmigrantes no católicos son la masa damnata que sostiene a los ricos árabes y a las fuentes de su riqueza. Si cambiamos Arabia Dorada, por Europa Soñada y a unos inmigrantes por otros de religion islamica, el orden de factores no altera el producto.

Alberto Revuelta

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