Publicado originalmente en La República de las ideas
Menos mal que el presidente de Turquía Tayyip Erdogan ha comenzado a rectificar y ha condenado los últimos atentados islamistas cometidos en Francia, tras el brutal asesinato, degollado por un islamista radical, en París del profesor Samuel Paty porque había mostrado la caricaturas de Mahoma del semanario del semanario satírico Charlie Hebdo, que en su día también fue objeto de un feroz atentado islámico, en una clase sobre la libertad de expresión.
Erdogan, tras el contundente discurso del presidente Macron -‘el miedo va a cambiar de bando’, dijo- contra el islamismo radical, insultó al presidente de Francia y propuso medidas contra este país, lo que sin duda ha influido en los últimos crímenes islamistas ocurridos en Francia en las últimas horas, que finalmente han hecho recular al dictador turco.
Entretanto, el ex presidente de Francia François Hollande ha pedido que Turquía salga de la OTAN por agredir a un país aliado, apoyar el terrorismo islámico y anunciar medidas comerciales represivas contra Francia.
En realidad ésta Turquía, que nunca entrará en la Unión Europea, hace ya bastante tiempo que debió de haber sido expulsada de la OTAN por la deriva autoritaria del régimen de Erdogan, su entrada militar en Siria, y por las continuas tensiones que mantiene con Grecia, firme aliado atlántico.
Quizás lo más fácil sea desmontar la OTAN, que Donald Trump calificó de organizacion ‘obsoleta’, y dijo muy bien. Sobre todo ahora que la UE ya está camino de articular su propia política de Defensa y Seguridad -en ello está trabajando Josep Borrell-, aunque habrá que esperar a ver qué ocurre en las elecciones presidenciales de los EE.UU. del próximo martes.
Y vamos a ver si Erdogan pide disculpas a Macron y empieza a condenar de verdad el terrorismo islámico y deja de meter la mano y sus armas en otros de los países de Oriente Próximo como ya lo ha hecho en Irak, Siria y Libia, y deja en paz a los kurdos.
No vaya a ser que en un tiempo no lejano lleguemos a un escenario parecido al de la Batalla de Lepanto, en el que la Liga Santa, que lideró España -y con Miguel de Cervantes a bordo de uno de sus navíos- derrotó y hundió la flota del Imperio Otomano.
Naturalmente decimos esto como una cita alegórica y no como posibilidad real de una guerra entre aliados de la OTAN. Pero está claro que Erdogan se ha convertido en un peligro para su país, donde ha liquidado con represión cruel la vida democrática, y también en un peligro para la paz en esa zona del mundo tan históricamente conflictiva que es Oriente Próximo y donde la OTAN -mientras exista- debe mantener una actitud vigilante especialmente con Erdogan.